Es un plato cubano y fue el primer plato un poco especial que le preparé a la que niña que después de verme cocinar no podía hacer otra cosa que casarse conmigo. Recuerdo que su comentario fue que estaba muy sorprendida porque era un guiso de madre.
Yo la preparé de ternera, pero se puede hacer de pollo, de cerdo, o de pavo; e imagino que con cualquier carne. Se pocha en una sartén con un poquito de aceite cebolla, zanahoria y guisantes, como siempre por orden de dureza. Cuando estén hechos se añade pollo troceado y una vez dorado se añade tomate maduro troceado (hay gente que lo pela y le quita las semillas, yo creo que con pelarlo vale). Cuando hierva se le echa un vaso de vino y se adereza con sal de ajo, pimienta, cominos, laurel, estragón y clavo (un poco rollito Jamie Oliver).
Se cubre con agua (que no esté fría) y en uno de los vasos se disuelve un poco de harina para que espese el caldo. Cuando rompa a hervir se baja el fuego se deja unos 20 minutos o media hora dependiendo de la cantidad. Se bate un huevo y se baja el fuego al mínimo para mezclar el huevo en el guiso sin que cuaje. Se sirve con arroz y la verdad es que está muy bueno.
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