jueves, 25 de marzo de 2010

El muñeco

Aquel día de Reyes fue inolvidable, llevaba tanto tiempo deseando aquel juguete que ya no me acordaba de cómo era mi vida antes, y al abrir el paquete y ver su caja reluciente me quedé paralizado; por fin era mío, tantos desvelos tantos sueños y allí lo tenía, entre mis manos; nunca olvidaré esa sensación de tocar el cielo con los dedos.

Durante muchos días no me atreví a sacarlo de su caja, era consciente de mis limitaciones y sabía que iba a acabar rompiéndose; los juguetes son así, de romperse cuando uno más los necesita.

Al final superé todos mis miedos y conseguí abrirlo y me pasaba las tardes enteras jugando con él, éramos inseparables. Cuando estaba en el cole solo pensaba en volver a casa y cuando mi madre llamaba a cenar me seguían faltando cinco minutillos más de jugar.

Por fin llegó mi cumpleaños y todos mis amiguitos estaban en casa, lo disfrutamos de lo lindo; la tarta estaba buenísima, no paramos de correr y jugar en toda la tarde; es más cuando se fue el último yo no tenía fuerzas ni para cenar y menos para recoger como me decía mi madre desde la cocina; pero me puse a guardar mis juguetes que estaban desperdigados por el cuarto. Afanado estaba recogiendo cuando de pronto le vi, estaba en un rincón, roto y con sus ojillos de madera mirándome directamente y como diciéndome: “¿por qué no me cuidaste más?”.

Cene poco y me fui a la cama con una sensación bastante confusa, por un lado había disfrutado de mi mejor cumpleaños, pero el coste había sido tan elevado, me había quedado sin mi juguete preferido; lo que había deseado desde hacía tanto tiempo y ya no me iba a acompañar en las largas tardes otoñales.

martes, 23 de marzo de 2010

Carne encebollada

El otro día Pati hizo una receta de su abuela que la verdad estaba impresionante; en aceite bien caliente doramos unos ajos y luego sellamos bien la carne y le añadimos cebolla cortada en rodajas, cuando ésta esté transparente le añadimos caldo de verduras concentrado, una copa de brandy y una cucharadita de Bovril y bajamos el fuego al mínimo; lo tenemos tapado una hora y luego otra media hora más, destapado; ojo no hay que remover.

Nosotros lo usamos como relleno de empanada, aunque se podría servir para unos canelones, o sin más y con arroz blanco o puré de patatas de guarnición.

martes, 16 de marzo de 2010

La rana y el escorpión

Una fábula de Esopo muy al pelo y es que soy tan escorpión.

Un escorpión, que deseaba atravesar el río, le dijo a una rana:
-Llévame a tu espalda, por favor.
-¿Qué te lleve a mi espalda? -contestó la rana- ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, ¡me picarás y me matarás!
-No seas estúpida- le dijo entonces el escorpión- No ves ¿que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no se nadar, también me ahogaré?

Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró y empezaron la travesía. Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:
-¡Ves! ¡te lo había dicho! Pero ¿qué has hecho?
-No puedo evitarlo- contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas- Es mi naturaleza.

lunes, 15 de marzo de 2010

Liberalismo vs Socialdemocracia

Una lección de 50 euros, que leí hace poco y que a todos mis amigos economistas, defensores de la economía de mercado y la no intervención les va a encantar.

Recientemente le pregunté a la hija de un amigo qué le gustaría ser de mayor. Ella respondió que quería ser presidente algún día.

Sus padres, ambos neokeynesianos, estaban presentes, y yo continué preguntando:
"¿Si algún día llegaras a ser presidente, qué sería lo primero que harías?"

Ella respondió sin vacilar:
"Daría alimentos y viviendas a los pobres."

Sus padres, orgullosos, con una radiante sonrisa, la animaban:
"¡Bravo, que propósito más loable!"

Le dije:
"Para eso no tienes que esperar a ser presidente. Puedes venir a mi casa y cortar el césped, sacar las malas hierbas y abonar el jardín. Te pagaré 50 euros por el trabajo, luego te llevaré al supermercado de mi barrio donde siempre hay un mendigo, y puedes darle el billete para que se compre comida y empiece a ahorrar para la casa."

La chica pensó durante unos segundos, luego mirándome fijamente a los ojos me preguntó:
"¿Y por qué no va el vagabundo a hacer el trabajo, y le pagas directamente a él? "

"Bienvenida al liberalismo" Le contesté.

...Los padres aún no me hablan.