martes, 28 de julio de 2009

En el hotel

Este es un ejemplo de cómo afrontar una situación y cómo de una gran pérdida tratar de sacar un pequeño beneficio, y lo más importante nunca perder los nervios; como ya os dije en otra entrada: el que se calienta pierde.

Cuando llegué al hotel no encontré sitio fácil para aparcar y en la segunda vuelta apareció un sitio en el lateral del mismo, muy cerca de la entrada; así que yo tan contento, pero la verdad es que no estaba yo seguro de la legalidad, así que pregunté en recepción y me dijeron que me quedará tranquilo que no pasaba nada; así que allí lo dejé.

A la mañana siguiente había un montón de policía por allí y me dijeron que había un mitin del presidente para la campaña electoral, así que tampoco me preocupe demasiado y me fui a mis quehaceres.

Pero cuando volví al hotel a última hora de la tarde a recoger mi maleta y volverme a casa, mi coche no estaba, es más no había ninguno de los que estaban aparcados en la acera junto al mío, pregunté en recepción y me dijeron que esa mañana había estado la grúa y que se los había llevado todos, por el tema del mitin, pero que no iban a multarlos que solo era por cuestión de seguridad, así que me cogí un taxi y me fui al depósito municipal, dónde me cascaron una multa de padre y muy señor mío, la pague religiosamente y cogí mi coche para volver a casa.

Pero cuando estaba viajando iba dándole vueltas a la cabeza, así que decidí llamar al hotel y reclamar el importe de la multa, me dijeron que el director no estaba y que les dejara el teléfono y que él me llamaría. La verdad es que pensé, este me va a llamar cuando las ranas críen pelo, pero que le vamos a hacer. Me equivocaba, el señor me llamó a los 45 minutos, disculpándose por haber tardado en llamarme y diciéndome que le habían pasado mi reclamación, que la había estudiado y que consideraba que no era responsabilidad del hotel, yo le dije que si consideraba que era responsabilidad del hotel, por cuanto que había aparcado a instancias de sus empleados; pero bueno que ni iba a dejar de ir al hotel, ya que estaba enfrente del curro, ni mucho menos iba a demandarles por el importe de una multa, que me parecía ridículo.

Cuando volví al hotel a los 15 días, pedí hablar con el director, explicando que era de la grúa y demás; y me recibió muy amablemente y le dije que quería verle porque a pesar de no compartir su punto de vista quería felicitarle por haber llevado el asunto tan elegantemente, él me agradeció mi actitud y el halaga y me contó que había una señora que le pasó lo mismo que a mí y que fue a reclamar al hotel, sin haber preguntado, ni tan siquiera ser clienta y que lo había hecho con unas formas que la habían declarado persona non grata.

Desde entonces siempre tengo habitación en ese hotel, aunque sea imposible conseguir habitación, yo tengo la mía, por lo general una minisuite, y de vez en cuando un repasillo por el spa que suele dejarme nuevo. En conclusión tanto la señora en cuestión como yo pagamos religiosamente nuestra multa, pero … reflexionad sobre ello.