miércoles, 6 de octubre de 2010

La Excursion

Definitivamente se sentó en la cubierta a ver como su amigo se hundía, lo había intentado todo le había lanzado cuerdas y salvavidas, pero su amigo no quiso cogerlos. En ese momento recordaba que todas las leyes del mar le impedían saltar y abandonar el barco para salvar a su amigo, algo que habría supuesto que se ahogaran los dos y en este punto no sabía que hacer.

En su mente solo se agolpaban los recuerdos; aquellos días planeando el viaje y viviendolo por adelantado, visualizando cada momento que iban a vivir en el barco. Ese momento en el puerto firmando los papeles del barco y cuando por fin se acercaron al pantalan y se plantaron delante de él, no podía ser más bonito.

Pero aquella maldita ola reducía todos aquellos recuerdos a ceniza; habían visto la tormenta en los partes, pero no le hicieron caso y a pesar de su inexperiencia capearon con mucha dignidad cada uno de los empellones que recibió el barco, pero aquella maldita ola les pilló de improviso y ahora su amigo estaba en el agua y por alguna extraña razón que él no alcanzaba a entender, su amigo no luchuba contra el mar; es como si lo diera todo por perdido y él estaba allí, de mudo espectador.