En un país muy lejano había un rey muy caprichoso, y por eso todos sus súbditos le temían, porque era autoritario y cruel. Un día el rey descubrió que uno de los botones de su casaca favorita se había caído, así que, furioso por la ausencia del botón mandó a buscar al sastre real y ordenó que a la mañana siguiente fuera decapitado por el hacha del verdugo.
Nadie contradecía al rey, así que la guardia fue hasta la casa del sastre y arrancándolo de entre los brazos de su familia lo llevó a la mazmorra del palacio para esperar allí su muerte.
Al atardecer, cuando un guardia cárcel le llevó al sastre la última cena, éste meneó la cabeza y musitó:
- Pobre rey.
El guardia no pudo evitar la carcajada:
- ¿Pobre del rey? Más bien pobre de ti. Te van a cortar la cabeza mañana mismo, sin juicio ni nada.
- Tú no entiendes - dijo el sastre - ¿Qué es lo más importante para nuestro rey?
- Su oso, todo el mundo sabe que rey adora a su oso y va a todas partes con él.
- Pues eso, pobre rey porque mañana, cuando el verdugo termine conmigo, él perderá su única oportunidad de conseguir que su oso hable.
- ¿Tú eres entrenador de osos?
- Es un viejo secreto familiar... sé hacer hablar a los osos - dijo el sastre - Pobre del rey...
Deseoso de ganarse los favores del rey, el guardia corrió a contarle al soberano su descubrimiento: ¡¡El sastre sabía enseñarle a hablar a los osos!! Entró gritando en el salón real. El rey no cabía en sí de gozo e inmediatamente mandó llamar al sastre y cuando lo tuvo frente a sí le dijo:
- ¿Tú sabes hacer hablar a los osos?
El sastre asintió y dijo:
- Me gustaría complacerle ilustrísima, pero enseñar a hablar a un oso es una tarea ardua y lleva tiempo... y lamentablemente, tiempo es lo que no tengo...
- ¿Cuánto tiempo llevaría el aprendizaje? - preguntó el rey.
- Depende de la inteligencia del oso...
- El oso es muy inteligente- interrumpió el rey - De hecho es el oso más inteligente de todos los osos.
-Bien, si el oso es tan inteligente... y siente deseos de aprender... yo creo... que el aprendizaje duraría... duraría... no menos de...... dos años.
- Bien, tu pena será suspendida por dos años, mientras tanto tú entrenas al oso. Mañana empezarás
- Si, alteza.
- No olvides - le dijo el rey apuntándolo con el dedo directamente a la frente - Si en dos años el oso no habla...
Cuando todos en la casa del sastre lloraban por la pérdida del padre de familia, el sastre apareció en la casa, sonriente. La esposa del sastre no cabía en su asombro. Cuando estuvo a solas el hombre le contó los hechos.
- Estás loco - chilló la mujer - enseñar a hablar al oso del rey. Tú, que ni siquiera has visto un oso de cerca. ¡Estás, loco! Enseñar a hablar a un oso... Loco, estás loco...
- Calma mujer, calma. Mira, iba a morir esta mañana, ahora... ahora tengo dos años... Y en dos años puede pasar de todo. En dos años... - siguió el sastre - se puede morir el rey,... me puedo morir yo... incluso puede que hasta el oso hable.
PD: gracias Pumita
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3 comentarios:
Este cuento aparece en el libro "20cuentos para pensar", de Jorge Bucay.
Está muy bien. Me alegro de haber encontrado tu blog!!
Muchas gracias, por el título del libro, a mi me lo contaron en Buenos Aires, cuando en una tarde planeaba el resto de mi vida.
Y sobretodo muchas gracias
Gracias Camilo, es lo que necesitaba oir... No hay que dejar de pelear.
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