La Navidad son, sin lugar a dudas, los días más bipolares del año. Para unos son los días más felices, llenos de magia disfrutando de esa chispa que hay en la sonrisa de cada uno de los que te rodea. Pero también pueden ser los más tristes, y este sentiemiento suele venir acompañado de la soledad y la nostalgia de esos años en los que estos días eran lo más importante que pasaba en tu vida, al menos para uno mismo.
Por las calles nos cruzamos constantemente con gente que está ilusinada con volver a juntarse con su familia, alguna reunión con amigos a los que solo ve en estas fechas, gente que va pensando en los regalos que va a hacer y si giramos la cabeza a la izquierda vemos al otro angustiado porque no sabe como hacerle los regalos a sus hijos, o a ese otro tipo que ha estado viendo la progrmación de la tdt para la Nochebuena. Todos convivimos bajo las mismas luces que adornan las calles y todos tenemos que sonreir por la calle, para que nunca sepan los demás a qué grupo pertenezco.
En estos días es obligatorio ser feliz y es por eso que para muchos, para los que su vida no varía gran cosa con respecto a otras épocas del año, son los que sufren con la parafernalia navideña ¿estaremos hablando de envidia? ¿pero, por qué unos estan rodeados de los suyos y otros solos? ¿se lo han buscado ellos? Escondernos tras posibles malas acciones lava la conciencia y la deja reluciente para disfrutar de estos días en familia; o a lo mejor ni nos lo planteamos.
En estos días el que está bipolar soy yo, con grandes alegrías y grandes tristezas; y casi todas me las he buscado yo; es más incluso podemos decir que en las alegrías he tenido bastante ayuda, y probablemente estos tiempos de cambios hacen que divague más de lo habitual.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
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