Después de mucho tiempo sin dejar nada colgado me he decidido a escribir un relato en el que describiera como vino al mundo la heredera.
Lo cierto es que había sido una tarde estupendísima, como diría mi amiga Meninjana, había jugado una partida de mus y aunque perdimos la de tiempo que hacía que no disfrutaba de este noble juego me entusiasmó. Después me acerqué a recoger unos papeles por mi antiguo curro y ya aproveché a tomar unas cañitas con dos “miembras”, que diría la ministra, de la Pineaple (algo de lo que ya hablaré en otra ocasión). Pues bien después de pasar una buena tarde llegué a casa y la verdad es que Patricia estaba muy divertida y nos hicimos mil bromas y recuerdo que en una de esas, mientras nos partíamos de risa, me dijo “vamos a parar que la risa descontrolada provoca el parto”.
Yo no hice mucho caso ya que estábamos a miércoles 22 de Octubre y todavía quedaban 5 días para que saliera de cuentas, pero a las dos de la mañana cuando estaba profundamente dormido, me despierta y me dice “creo que he roto aguas” y yo pensé “¡¡Dios que alguien ponga a hervir agua y prepare mantas!!”; pero Patricia puso cordura y me dijo que no nos preocupáramos que teníamos tiempo, así que tranquilamente nos duchamos, repasamos la maleta, … y a las tres y media nos plantábamos en Urgencias del Gregorio Marañón.
Al llegar a la sala de espera había una chica pasándolo fatal, con unos gritos que yo la verdad me acojoné, en estas llamaron a Paty y a mí no me dejaron pasar, pero a los 10 minutos salía ella y me confirmó que nos quedábamos; estaba yo absorto en mis pensamientos, vamos tratando de asimilar la idea de que iba a nacer ya cuando nos llamaron y nos condujeron a la habitación 4A16.
La habitación tenía una cama y un par de sillones de tortura, eso sí diseñados por Moneo, y nada ahí nos pasamos la noche disfrutando del sillón enano y contando tiempos entre las contracciones, la verdad es que el tiempo se pasó volando, hasta las dos en que entró la enfermera y nos dijo que recogiéramos todo y al paritorio, otro vuelco al corazón; y yo pensé “vaya ahora que tenemos habitación individual tenemos que cambiarnos”.
El paritorio 8 en el que iba a suceder todo estaba en la planta segunda, yo aproveché el traslado para apretarme unos sandwichitos de Rodilla. Después de estar un rato los dos solos en la sala conseguimos devolver los nervios a su sitio y además la matrona era amiga de Ana (la mujer de Josito) y eso nos tranquilizo mucho la verdad, tanto que en un momento dado nos quedamos sobados los dos. Poco a poco iba pasando el tiempo y cada poco me echaban para hacerle pruebas a Paty, en una de esas yo aproveché para ir a pillarme un Aquarius que tanto calor… A la vuelta oigo jaleo y mucha gente dentro, es más en un momento dado oigo “pero si el marido está fuera” y de repente se abrió la puerta y vi mucha gente y como se llevaban a Patricia, mientras me explicaban que tenía que ser cesárea, yo me acerqué a cogerle la mano a Paty y guiñarle un ojo.
La enfermera me dijo que en media hora me avisarían y la verdad es que yo pensé que como las otras medias horas, pero en 20 minutos, a las siete menos veinte, oí como me llamaban y fui corriendo como pude a la sala de reanimación. Cuando llegué la enfermera la tenía en brazos, solté lo que llevaba encima, abrigos, maleta,… y me acerqué a ella, tenía mucho pelo muy negro y parecía dormidita; me la pusieron en brazos y un escalofrío, como no había sentido nunca, me recorrió la espalda. La enfermera me dijo que Paty estaba bien y que en un par de horas se uniría a nosotros y me dejó allí solo con ella, me parecía increíblemente frágil y no podía dejar de mirarla, los ojos se me empañaron y sentí que era lo mejor que había hecho en la vida.
Luego nos subieron a la habitación 5C02, muy parecida a la otra y con más sillones de tortura de esos, pero yo estaba con mi niña en brazos y eso era lo único que me importaba. Cerca de las nueve y media vino Paty y vernos allí los tres juntos era una sensación increíble, la verdad es tan difícil de expresar el coctel de sensaciones que recorrían mi cuerpo que solo os voy a decir que es la mejor sensación del mundo.
La primera noche fue una tela, la pobre niña no paraba de llorar y cuando paraba de llorar entraba una enfermera como un elefante en una cacharrería dando todas las luces y la niña empezaba a llorar, la verdad es que hubo un momento que llegué a preocuparme por si todas las noches iban a ser como esa, pero la verdad es que la primera noche fue una excepción.
Estuvimos tres días en el hospital, el lunes nos fuimos para casa, al final por la tarde porque las pruebas de la bilirrubina dieron resultados regulares, dentro de los límites admisibles pero demasiado cerca del límite inferior, así que se las repitieron por la tarde y ya dieron buenos resultados y nos mandaron para casa.
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