Lo primero es dar gracias a Dios por ellos, no existe nada perfecto en este mundo, a pesar de la infinidad de cosas que pretenden parecerlo y sin embargo ellos sin pretenderlo son lo más cercano a la perfección. Cuando yo era niño me imaginaba que mi padre era un gigante que todo lo podía y mi madre lo sabía todo, con el tiempo he ido creciendo y tras muchas experiencias me he dado cuenta de que no se trataba de imaginaciones, sino que es la realidad.
Ellos han estado detrás de casi todas las grandes decisiones de mi vida y es que la verdad es me siento tremendamente feliz de poder contar con ellos para no solo compartir mis decisiones con ellos sino que debo agradecerles todos y cada uno de los aciertos de los que he disfrutado y el apoyo recibido en los fracasos, y es que en este caso no es de justicia decir que les debo la vida a mis padres, lo correcto es decir que les debo toda mi vida.
Obviamente ha habido etapas más complicadas en las que pensado “lo equivocados que están mis padres” y la verdad es que a día de hoy cada vez que pienso en alguna de aquellas situaciones, casi siempre debo darles la razón a ellos y si no la tenían con el tiempo he llegado a entender sus razones y a abandonar el sentimiento de arbitrariedad que podía haber en sus decisiones o propuestas.
Creo, al menos a día de hoy (y espero que no cambie), que he llevado una vida plena de experiencias y que me han convertido en una persona razonablemente cabal, y no sería justo no agradecerles el haberme dado todas las oportunidades de las que tanto he disfrutado a lo largo de la vida.
En resumen, simplemente gracias y que me ayuden a poder trasladar todo lo que he aprendido de ellos; mil gracias sois los mejores.
martes, 16 de diciembre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario