Aquel día de Reyes fue inolvidable, llevaba tanto tiempo deseando aquel juguete que ya no me acordaba de cómo era mi vida antes, y al abrir el paquete y ver su caja reluciente me quedé paralizado; por fin era mío, tantos desvelos tantos sueños y allí lo tenía, entre mis manos; nunca olvidaré esa sensación de tocar el cielo con los dedos.
Durante muchos días no me atreví a sacarlo de su caja, era consciente de mis limitaciones y sabía que iba a acabar rompiéndose; los juguetes son así, de romperse cuando uno más los necesita.
Al final superé todos mis miedos y conseguí abrirlo y me pasaba las tardes enteras jugando con él, éramos inseparables. Cuando estaba en el cole solo pensaba en volver a casa y cuando mi madre llamaba a cenar me seguían faltando cinco minutillos más de jugar.
Por fin llegó mi cumpleaños y todos mis amiguitos estaban en casa, lo disfrutamos de lo lindo; la tarta estaba buenísima, no paramos de correr y jugar en toda la tarde; es más cuando se fue el último yo no tenía fuerzas ni para cenar y menos para recoger como me decía mi madre desde la cocina; pero me puse a guardar mis juguetes que estaban desperdigados por el cuarto. Afanado estaba recogiendo cuando de pronto le vi, estaba en un rincón, roto y con sus ojillos de madera mirándome directamente y como diciéndome: “¿por qué no me cuidaste más?”.
Cene poco y me fui a la cama con una sensación bastante confusa, por un lado había disfrutado de mi mejor cumpleaños, pero el coste había sido tan elevado, me había quedado sin mi juguete preferido; lo que había deseado desde hacía tanto tiempo y ya no me iba a acompañar en las largas tardes otoñales.
jueves, 25 de marzo de 2010
martes, 23 de marzo de 2010
Carne encebollada
El otro día Pati hizo una receta de su abuela que la verdad estaba impresionante; en aceite bien caliente doramos unos ajos y luego sellamos bien la carne y le añadimos cebolla cortada en rodajas, cuando ésta esté transparente le añadimos caldo de verduras concentrado, una copa de brandy y una cucharadita de Bovril y bajamos el fuego al mínimo; lo tenemos tapado una hora y luego otra media hora más, destapado; ojo no hay que remover.
Nosotros lo usamos como relleno de empanada, aunque se podría servir para unos canelones, o sin más y con arroz blanco o puré de patatas de guarnición.
Nosotros lo usamos como relleno de empanada, aunque se podría servir para unos canelones, o sin más y con arroz blanco o puré de patatas de guarnición.
martes, 16 de marzo de 2010
La rana y el escorpión
Una fábula de Esopo muy al pelo y es que soy tan escorpión.
Un escorpión, que deseaba atravesar el río, le dijo a una rana:
-Llévame a tu espalda, por favor.
-¿Qué te lleve a mi espalda? -contestó la rana- ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, ¡me picarás y me matarás!
-No seas estúpida- le dijo entonces el escorpión- No ves ¿que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no se nadar, también me ahogaré?
Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró y empezaron la travesía. Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:
-¡Ves! ¡te lo había dicho! Pero ¿qué has hecho?
-No puedo evitarlo- contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas- Es mi naturaleza.
Un escorpión, que deseaba atravesar el río, le dijo a una rana:
-Llévame a tu espalda, por favor.
-¿Qué te lleve a mi espalda? -contestó la rana- ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda, ¡me picarás y me matarás!
-No seas estúpida- le dijo entonces el escorpión- No ves ¿que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no se nadar, también me ahogaré?
Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró y empezaron la travesía. Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:
-¡Ves! ¡te lo había dicho! Pero ¿qué has hecho?
-No puedo evitarlo- contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas- Es mi naturaleza.
lunes, 15 de marzo de 2010
Liberalismo vs Socialdemocracia
Una lección de 50 euros, que leí hace poco y que a todos mis amigos economistas, defensores de la economía de mercado y la no intervención les va a encantar.
Recientemente le pregunté a la hija de un amigo qué le gustaría ser de mayor. Ella respondió que quería ser presidente algún día.
Sus padres, ambos neokeynesianos, estaban presentes, y yo continué preguntando:
"¿Si algún día llegaras a ser presidente, qué sería lo primero que harías?"
Ella respondió sin vacilar:
"Daría alimentos y viviendas a los pobres."
Sus padres, orgullosos, con una radiante sonrisa, la animaban:
"¡Bravo, que propósito más loable!"
Le dije:
"Para eso no tienes que esperar a ser presidente. Puedes venir a mi casa y cortar el césped, sacar las malas hierbas y abonar el jardín. Te pagaré 50 euros por el trabajo, luego te llevaré al supermercado de mi barrio donde siempre hay un mendigo, y puedes darle el billete para que se compre comida y empiece a ahorrar para la casa."
La chica pensó durante unos segundos, luego mirándome fijamente a los ojos me preguntó:
"¿Y por qué no va el vagabundo a hacer el trabajo, y le pagas directamente a él? "
"Bienvenida al liberalismo" Le contesté.
...Los padres aún no me hablan.
Recientemente le pregunté a la hija de un amigo qué le gustaría ser de mayor. Ella respondió que quería ser presidente algún día.
Sus padres, ambos neokeynesianos, estaban presentes, y yo continué preguntando:
"¿Si algún día llegaras a ser presidente, qué sería lo primero que harías?"
Ella respondió sin vacilar:
"Daría alimentos y viviendas a los pobres."
Sus padres, orgullosos, con una radiante sonrisa, la animaban:
"¡Bravo, que propósito más loable!"
Le dije:
"Para eso no tienes que esperar a ser presidente. Puedes venir a mi casa y cortar el césped, sacar las malas hierbas y abonar el jardín. Te pagaré 50 euros por el trabajo, luego te llevaré al supermercado de mi barrio donde siempre hay un mendigo, y puedes darle el billete para que se compre comida y empiece a ahorrar para la casa."
La chica pensó durante unos segundos, luego mirándome fijamente a los ojos me preguntó:
"¿Y por qué no va el vagabundo a hacer el trabajo, y le pagas directamente a él? "
"Bienvenida al liberalismo" Le contesté.
...Los padres aún no me hablan.
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